22 de octubre de 2011

Mutatis mutandis


En el verano de 2006, Alessandro Baricco escribió un ensayo que fue publicando por entregas en el periódico italiano La Repubblica. El ensayo fue publicado posteriormente como libro bajo el título Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación. No es habitual, supongo, empezar a leer a Alessandro Baricco con un ensayo como este. Baricco es el autor de Seda, una de los novelas de más éxito de las dos últimas décadas, que ha encasillado a Baricco como escritor apegado a una estética remilgada. No es el caso de este ensayo a pesar de que en su modo de publicación uno podría ver la ambición mediática que se asocia a los libros que nacen, como concepto, como best-sellers.

La película basada en Seda fue dirigida por François Girard en 2007 y es posiblemente el film que menos encaja en la raruna filmografía de Michael Pitt.

Los bárbaros del título somos todos, y, como insinúa el subtítulo, todos estamos mutando. Baricco habla de los cambios socioculturales debidos al empuje conjunto y combinado de la tecnología y la globalización en nuestras vidas, donde triunfan lo espectacular y mediático y Google es el paradigma cultural que representa el nuevo consumo de contenidos. Baricco dice que la cultura clásica, aburguesada, pretende rechazarlo aunque en realidad no pueda. Y los ejemplos de negocios clásicos como el fútbol, los libros, o el vino, que han mutado con estas premisas en todo el mundo. En efecto, el bárbaro navega por una superficie, y rara vez profundiza, porque en realidad no le interesa y porque la nueva cultura no lo impone: enseguida se moverá a otro tema.

El apóstol de los bárbaros enseña su arma (vía Wikipedia)

Según Baricco todos tenemos este gen, y en todos está mutando, de modo que cada uno de nosotros tiene cierto grado de barbarie. Pero lo importante es que su visión, a pesar de los términos (barbarie, navegación, espectacularidad) no es negativa, sino descriptora, con perspectiva histórica y gusto irónico. Para Baricco el mundo no se acaba con estas nuevas manifestaciones culturales, porque a fin de cuentas no ha habido novedad cultural que no haya sido recibida así, como barbaridad que no perduraría. Y, sin embargo, lo hicieron. El cambio actual es para Baricco ya en 2006 más profundo que muchos de los cambios culturales anteriores, y está aquí para quedarse sin duda.

No haces 500 millones de bárbaros sin hacerte unos pocos enemigos (vía Wikipedia)

El ensayo brilla y sufre a la vez por el mismo punto: su peculiar modo de publicación en un periódico de consumo durante un verano. Obviamente, hay un interesante paralelismo entre la forma empleada para su publicación y el tema del que trata (tal vez lo más lógico habría sido un blog, aunque el público lector habría sido otro y puede especularse que en 2006 habría sido más restringido), pero me interesa más cómo influye esto en la calidad literaria del texto más allá de la tesis, apuntalada con brillantez. Baricco aligera sus ejemplos con un tono relajado y dosis importantes de humor, con la ironía histórica de recordar a un autor considerado modernísimo y superficial y sin futuro en su día como Beethoven, o a un intelectual como Walter Benjamin, que consideraba tan importante objeto de estudio a Mickey Mouse como a Marcel Proust. Pero también se ve obligado a recordar con frecuencia el artículo anterior, o a usar expresiones de extremada simpleza, que ya no sé decir si se deben a en efecto la sombra de su literatura habitual, una traducción desafortunada, o al tono relajado, aparentemente poco exigente que su publicación impone.

Es un libro en cualquier caso muy disfrutable, lúcido y recomendable. Agradezco desde aquí la recomendación de mi querido amigo viajero Beebop, que tiene abandonado, para pena de sus fans, su propia aventuraliteraria, un tanto bárbara.

Alessandro Baricco (Vía sombrasdeneón

6 de octubre de 2011

El arte de contar



El primer y único libro que tengo del Reino de Redonda es este último cuento escrito por Isak Dinesen (o Karen Blixen, si prefieren), la autora danesa de Memorias de África. Es un volumen pequeño y encierra cosas bastante admirables y una bastante odiable.

Ella tenía una granja en África, a los pies de las colinas Ngong (vía El País)

Es admirable la edición. Un bonito tomo en tapa dura con su viola abstracta en la portada. Es estupendo el prólogo, un buen texto de Javier Marías en que habla sobre todo del concepto de cuento de Dinesen y del puesto y relación de la autora con la literatura contemporánea. Y, por supuesto, Ehrengard, el cuento, es magnífico en sí; no tanto los hechos narrados, aparentemente simples, sino tanto la estructura como el subtexto artístico.
¿Los hechos? Los de en principio un amable cuento pastoril. Un guapo príncipe encuentra por fin a su amada, pero ésta tendrá un bebé sólo siete meses después de la real boda. Es necesario ocultar el hecho durante dos meses, y para ello los padres del príncipe confían en el pintor de la corte, el seductor Cazotte, y en la recia Ehrengard, de familia militar, que será la dama de honor de la princesa durante su retiro. Ambos serán determinantes cuando los acontecimientos se tuerzan…

Las historias pastoriles están olvidadas. Esta de la foto es una maravillosa curiosidad rodada por Eric Rohmer en 2007 titulada El romance de Astrea y Celedón (fotograma vía The Guardian)

¿La estructura? Marías repite en su prólogo que estamos ante un juego de muñecas rusas, cuyo objetivo sería perpetuarse en la narración oral continua. Alguien narra que alguien contó que érase una vez… Hubo un tiempo en que esto debía ser aparente modernidad por salirse de la linealidad dramática. Hoy ya no sorprende a nadie, incluso se reprocha a según qué narradores no introducir cambios de puntos de vista o saltos en el tiempo para evitar ese camino unívoco. Y además, salen mil predecesores de estas tendencias. Bueno, ¿qué añadir? Tal vez que Dinesen actúa con maestría introduciendo como narradora explícita cada parte del cuento e incluso el origen de la historia. Que su juego es moderno pero a la vez resulta coherente con la tradición del cuento. Y además abre el subtexto sobre la creación.

¿El subtexto artístico? Es el que convierte a la pieza en una pequeña joya sutil. Cazotte, seductor empedernido, quiere enamorar a Ehrengard, y para ello decide atrapar su belleza en una pintura. Pero el destino juega en contra de este creador, y el conflicto obliga a ambos a cambiar sus roles inesperadamente, atajando bruscamente los caminos del arte. Uno no diría que se trata de una broma de Dios, como sugiere el prólogo. Más bien diría que Dios puede que no juegue a los dados, pero con los pinceles le es indiferente que pase.

La verdadera Isla de Redonda, vía robertoggarcia
 
La cosa odiable son las 54 últimas páginas del tomo: una recopilación de fotos, cargos e historia del Reino de Redonda, que al parecer está presente en todos los volúmenes de la editorial. Reconozco el excelente trabajo editorial y traductor de Javier Marías, incluso me hace gracia la broma particular de estos intelectuales constituidos en monarquía imposible, pero el ejercicio de vanidad, 54 páginas vs 80 del cuento, se me antoja algo excesivo. Brevedad como escaso es vuestro Reino os recomiendo, Alteza. Una simple reseña histórica y 2 ó 3 páginas de cargos son suficientes: ¡he comprado un cuento de Isak Dinesen, no he querido comprar una historia de Redonda!

Ehrengard es un cuento póstumo de Isak Dinesen (vía Alfaguara)