25 de abril de 2012

Hedor. Sexo. Poder.



Ya es casualidad que lea dos libros seguidos de jóvenes escritores franceses y que ambos hayan nacido en Toulouse en 1981, Pero cuando me entero de que además Jean-Baptiste Del Amo también es descendiente deinmigrantes españoles y que su apellido también es García, pues…

Una educación libertina, como La mejor parte de los hombres, es una excelente primera novela, escrita por un muchacho de 24 años con una riqueza lingüística y una capacidad descriptiva impresionantes. Auténtica Bildungsroman, cuenta los tres años de vida en París de Gaspard, un guapo joven bretón que llega a la ciudad con 19 años, en 1760; Gaspard inicia sus andaduras trabajando literalmente en el Sena (el Río, con mayúsculas) y consigue salir de la cloaca gracias a su belleza física, que le permite medrar en la alta sociedad merced también a su voluntad, a cierto azar, y a la educación en la sombra dada por un aristócrata libertino.

El libertino Valmont, versión De Laclos, Frears, y Malkovich (vía)

Lo libertino está necesariamente asociado al París del XVIII previo a la Revolución. El referente clásico más conocido hoy podría ser Las amistades peligrosas, a la que hay referencia velada en el personaje de Etienne de V (¿Valmont?), aunque también el lenguaje y las acciones perversas del Marqués de Sade se hacen presentes. Pero como novela, Una educación libertina también es tremendista, y parte de la descripción de la miserable vida que Gaspard se ve obligado a llevar en las calles de la ciudad. Ahí la referencia obvia y explícita es El perfume, de Patrick Süskind, no sólo por la descripción realista del bajo París, o por la obsesión continuada del autor por los olores, sino incluso por la mención al perfumista Baldini y la recreación de la vida de un artesano, en este caso un fabricante de pelucas, que acoge a Gaspard.

El hedor de París, versión Süskind, Tykwer, y Wishaw (vía)

La exuberancia descriptiva de Jean-Baptiste Del Amo es grande, en ocasiones excesiva, pero hace penetrar al lector en una pesadilla continua que especialmente en la primera mitad del libro llega a la obsesión. Aunque a veces el autor caiga en resortes psicológicos modernos sobre el arribista Gaspard, y aunque existe una recreación de ambientes y trabajos que alcanza el paroxismo, se trata tal vez de envidiables excesos de primerizo brillante. Entiendo también que los referentes literarios obvios sólo son una parte de la inmensa literatura dieciochesca que el autor ha manejado, y de una documentación profunda sobre el París prerrevolucionario, en un libro que sabe crear tensión manejando elementos de best-seller moderno sin traicionar el espíritu libertino de su inspiración.

Sobre la traducción, les remito aquí, porque coincido con el criterio de Daniel. ¡Gracias Daniel por la referencia y por el libro! Que están todos ustedes tardando en leer, por cierto…

Jean-Baptiste Del Amo (vía)



14 de abril de 2012

Túrbame, literatura


Es particular, extraña e intelectualmente estimulante esta sorprendente primera novela de Tristán García, La mejor parte de los hombres, que retrata sexo, filosofía y política en la Francia de los años 80. El escritor es joven (Toulouse, 1981), su novela la primera de su carrera, y el tema…

El virus (vía)

Aunque la novela es casi coral (la vida de tres hombres distintos relacionados por la narradora a lo largo de la década), el alucinado personaje de Willie Miller es realmente el desencadenante de la acción. Un guapo efebo de provincias que en París conoce al maduro Dominique Rossi en el momento en que la expansión del sida frena la alegría de la vida homosexual fuera del armario (en las grandes ciudades occidentales, obviamente). Willie es joven y con todo por vivir. Dominique tiene relaciones en la política y funda uno de los primeros movimientos para la lucha contra el sida en Francia. Cuando Willie y Dominique cortan se convierten en enemigos y Willie, inculto pero arrojado, abandera movimientos contra las políticas preventivas por moralistas y castradoras de la autenticidad gay. El conflicto tiene varios apuntes literarios (todos escriben libros en la novela, algo taaan francés), políticos, televisivos, raciales y sociales, pero en su conjunción con los nuevos filósofos he encontrado lo que creo la joya inquietante para nuestros tiempos de corrección.



En las largas disquisiciones sobre la legalidad del matrimonio gay en España, con la larga espera de la decisión del Tribunal Constitucional sobre el recurso presentado por el PP, parece haberse olvidado aquel detalle que muchos gays discutían abiertamente: que la simple posibilidad del matrimonio suponía la pérdida del carácter contestatario, incluso revolucionario, de los modelos de vida liberados de los homosexuales. Con el tiempo, semejante miedo –que sólo constituía una voz ciega al problema (tan burgués, por lo visto) de los derechos­­-, parece haberse desvanecido: los gays que lo desean siguen pudiendo llevar la vida liberada que querían, y la posibilidad del matrimonio no les regula su ejercicio sexual, lógicamente. Y, obviamente, aquellos gays deseosos de una vida convencional la seguirán teniendo si el matrimonio gay queda derogado.

Viñeta de Zulet 

García lleva el deconstructivismo gay a un máximo de este tipo de posturas: el VIH visto como una particularidad específica (y preservable y defendible, por ello) de la vida homosexual, y su contagio por sexo anal como una concepción paralela al inicio de un embarazo, como un nuevo ser que se inicia. La locura inherente a quien practica esto tiene un final claro, pero resulta ciertamente turbador que ideas así puedan argumentarse no ya contra autoridades o políticas, sino contra la prevención médica.

García dibuja una fina línea entre lo filosóficamente revolucionario, lo intelectualmente argumentable, y lo suicida de la aplicación de dichas ideas, y se acerca a un abismo moral mediante un ejercicio literario arriesgado. La novela parece bien ambientada en una Francia que el autor sólo pudo conocer como niño, y tiene líneas de fuga con menor fuerza de lo que  para mí es una idea escalofriante, pero, ay, reconociblemente humana y tribal, que creo que hará que nunca olvide este libro.

Tristán García (vía)



5 de abril de 2012

Narraciones pictográficas



El fascinante lenguaje literario y visual del cómic está falto de referentes teóricos. Obviamente hay material publicado, pero entre lo reciente del arte en sí (apenas 100 años del cómic tal y como lo conocemos) y, sobre todo, lo reciente de su reconocimiento cultural gracias especialmente al boom de la novela gráfica, lo cierto es que el cómic conoce muchos menos estudios académicos y teorías sobre su lenguaje que otras artes. Este libro, Poética de la narración pictográfica, es una tesis doctoral que desde España (un país sin demasiada tradición si se compara con EE.UU., Francia o Japón) cubre un importante hueco teórico en el estudio de la gramática del lenguaje del cómic.

Jimmy Corrigan. The Smartest Kid on Earth (vía), de Chris Ware. Ware es probablemente uno de los autores que más experimenta actualmente con el lenguaje en la narración pictográfica.

Tomando como referentes obras teóricas anteriores, muchas de ellas pioneras (Will Eisner, Scott McCloud, etc…), y como ejemplos la obra de todos los grandes maestros de la narrativa pictográfica (término con que el autor propone resumir toda ilustración narrativa desde que el hombre ha tenido intención de narrar usando imágenes hasta la época del cómic), Bartual desarrolla una teoría integradora de los diferentes niveles que articulan la comunicación de este arte. Desde el análisis sintáctico que busca la unidad del lenguaje narrativo-pictográfico (que no puede escoger entre viñeta/secuencia/página), a los diferentes tipos de secuencia y clausura entre viñetas, pasando por la integración del texto y su relación con la imagen, el libro es un fenomenal punto de partida para aprender a leer, interpretar, y disfrutar del cómic.

Mafalda, de Quino (vía). La tira gráfica también tiene parte importante del estudio, que también profundiza en la historieta popular.

En vez de punto de partida estaría tentado de escribir libro de cabecera si no fuera porque el libro no conoce aún editorial que quiera publicarlo. Una pena, porque es un estudio brillante, ameno, bien ilustrado, que merecería llegar tanto a estudiosos como a aficionados, y que resultaría un excelente complemento de La novela gráfica, que ya comenté por aquí.

Roberto Bartual, por Ian Williams (vía)